13 de Junio 2003

El ascensor

     S. aún recuerda su lucha contra el reloj, cuando el tiempo suponía una realidad problemática, un enemigo a batir.
     A S. le gusta vivir en lugares altos; si es una finca, en el último piso. Pese al vértigo que se acentúa con los años, S. Siempre tuvo claro que quería vivir en lo más alto.

     S., como buen ser estresado del primer mundo, sale corriendo de casa, cierra la puerta con la pierna mientras se sube la cremallera, sandwich en boca, y se abrocha los últimos botones de esa camisa que ya empieza a sudar. Acerca su dedo índice al botoncito blanco de uno de los dos ascensores de la finca. Nunca falla, en el instante justo en que presiono el botón, Murphy aparece. Pueden ustedes imaginarlo, la flechita roja que marca el destino del ascensor no se mueve en el sentido correcto. Con una presteza marcial y nobles artes aprendidas durante años, S.alarga de nuevo su dedo índice hacia el botón blanco del montacargas antes de pegar una patada a la puerta del ascensor porque, claro, Murphy ha vuelto a hacer de las suyas y el maldito ascensor no sube, baja. A toda acción prosigue una reacción y con la patada el relleno del sandwich cae al suelo. S. maldice a Murphy. Para conocimiento de ustedes, Murphy es ese pedazo de mamón del segundo piso que nunca ha subido una escalera, ese que me observa no sé aún de qué manera, pero que sabe perfectamente cuando tengo más prisa y me siento más airado. Respiro hondo y decido que Murphy sólo es un tío “gracioso” que no jugó lo suficiente con sus amigüitos de pequeño.
     S.piensa en los datos de los que dispone. Al margen de las graves consecuencias que las más que bruscas paradas del ascensor tendrán en un futuro no muy lejano sobre sus rótulas ( y es que ahorramos en aceite lo que nos gastamos en limpiar los mocos petrificados de los críos sobre el cristal ), las puertas tardan en abrirse y cerrarse 3 segundos, antes de que el ascensor pare o arranque.
     vEl ascensor tarda unos 20 segundos en subir, puede que 19 en bajar, así que, desde que salgo de casa hasta que llego al portal, pasan muy realistamente 2 minutos. Teniendo en cuenta al vecino M. y que S.utiliza los servivios de la caja metálica unas 12 veces al día (vease curro, perro, salir, gimnasio, tabaco…), puedo asegurar que de media paso 20 minutos al día entre la puerta de casa y el portal, siendo unos 5 minutos optimista. Pero, qué coño, ¿ y las paradas que hago cada vez que subo con los dichosos parásitos vecinales?. Dejémonos de optimismos, 25 minutos al día. Es decir, por esa maravillosa regla de aquel tipo que quiso resultar útil a la humanidad (la de tres, claro), paso allí 2 horas y 55 minutos a la semana, lo que supone un considerable tiempo mensual de 12 horas y treinta minutos; (compensando febrero con los meses de 31 días, S.vuelve a demostrar su optimismo vital). Sin embargo, 6 días y más de ocho horas al año en esa caja mecánica me dan que pensar.
     Cuando aprendí que el ser humano tenía ciertas necesidades vitales que debía satisfacer a cualquier costa, sin importar el tiempo (y para algunos ni el dinero), S.pensaba en dormir, comer, el placer del instinto y el placer en Roca. Sin embargo, nadie me habló de los ascensores. S. finalmente decide que vivir en un piso 115 resultaría mucho más práctico. Con un baño incorporado y microondas, la vida de S. aparentaría tener mucho más sentido.
     Pero claro, demasiadas veces vista “El coloso en llamas” y las sensacionalistas tomas de los chicos de Laden jugando a morir y matar no alimentan mis ganas de llegar tal alto.
Puestos a soñar, S. imagina un día en el que él y el ascensor sean buenos amigos. S.subirá al ascensor por las mañanas y tendrá una breve charla:

     Ascensor .- Buenos días S. ¿Has dormido bien hoy?

     S.- Buenos días Jonnhy (de algún modo tendré que llamarle, ¿no?). He dormido bien, ya sabes, poco pero bien.

     Ascensor.- Me alegro S., te deseo pases una feliz mañana de trabajo en la oficina.

     S.- Gracias, espero que tú también disfrutes con los cotilleos vecinales del día.

     Ascensor.- Claro S., ya te contaré si Mari Puri finalmente ha dejado al marido por Blas (Blas es el portero). Hemos llegado ya. No curres mucho eh, hasta luego S.

     S.- Dalo por hecho Jonnhy, hasta luego.

     Pero en fin, la realidad es lo que hay, y S.debe conformarse. El ascensor aún no ha aprendido a hablar, Murphy seguirá dando caña allá donde vaya y las prisas nunca son buenas compañeras.
     Suspiro aliviado de saber que sé como son las cosas. S. vuelve a reconciliarse con el reloj. Buenos días.

Posted by S. at 13 de Junio 2003 a las 12:00 AM
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