No es nada del otro mundo. Tiende la ropa de su marido y sus hijos por la tarde y su pelo largo siempre está liso. Suelo verla casi todos los días, sin embargo, nunca se me ocurrió pensar en ella. Sólo la miro a través de la ventana, los días de lluvia y los días de sol, mientras tecleo algo en el ordenador a la par que aullo alguna canción. Siempre está ahí. De vez en cuando dejo que vea que la estoy viendo. En teoría podría parecer que yo soy el protagonista de la historia, pero... y ella? Ella debe estar pensando algo, no me cabe duda, no se puede tender la ropa de tu marido y de tus hijos todos los días de tu vida sin pensar en algo, sin tener todos los sentidos puestos en escapar de la rutina.
Ya hace bastante que pasé mi época boayeurista, (disculpen los entendidos, pero boayeur se escribe boayeur). Además, como en alguna ocasión he comentado, mi finca llega a ser desquiciante, seguro que igual que las vuestras, con la inexorable diferencia de que la mia es el maldito 13 rue del percebe. Por esta razón mi interés por cualquier cosa que se mueva entre los cuatro grandes muros y ocho pisos de esta construcción ha desaparecido casi por completo.
Ahora escucho como ayuda a su hija con unos deberes. Parece que son de Lengua española. No tengo la menor idea de cómo funcionan los nuevos cursos del sistema educativo actual. Total , lo mismo da, tarde o temprano tendrán que deseducarse.
Me pregunto si tendrá la suerte de tener al menos un buen maestro, uno de esos de quien se rien siempre los más malos de clase porque sabe de lo que habla y ellos no. Uno de esos que te enseñan las cosas que no vienen en el plan educativo. De esos que hablan a tus neuronas y les hacen al fin moverse, aún renqueantes, pero en todo caso, ayudando a que funcionen. Un maestro que hace que pienses en porqué tu madre tiende la ropa de tu padre, la tuya y la de tu hermano todas las tardes, porqué tu padre llega a las diez y media a casa o porqué tú estás estudiando Lengua española. No hago juicios de valor, yo no soy esa niña y ya llegué a mis propias conclusiones. El caso es que, se mire por donde se mire, el 99 por ciento de la ropa del tendedero es una horterada.