14 de Noviembre 2003

Escupiendo s.angre

       Ninguna ocurrencia sobre un nombre ruso-yugoslavo o serbio-croata para personalizar al caballero melenudo, algo chalado y pobre, muy pobre, que todas las mañanas y todas las tardes pide sin demasiado ahínco limosnas en la calle contigua a mi oficina. Balbucea continuamente palabras ininteligibles en algún pseudo idioma macedónico excepto cuando ve a S. Siempre me sonrie porque sabe que siempre le daré tabaco y tal vez una coca cola en los días de más calor.
       Esta mañana, como tantas mañanas con la cabeza gacha, pesada por la falta de horas de sueño y coyunturalmente dolorida el temprano encuentro con la señora dentista, encuentro al señor macedonio en la esquina del portal. S. dice buenos días y M. responde, como siempre, con una sonrisa. Rebusco en el bolsillo de mi abrigo en pos del tabaco y le doy un par de cigarros mañaneros. Al guardar de nuevo el paquete en el bolsillo algo cae al suelo. Un chaval joven y bien trajeado, acompañado por uno de esos tipos desagradables cuyo atuendo de gala a estas horas de la mañana irritan especialmente a S., se agacha y me retorna mi pérdida con un gesto de complacencia. Cojo de su mano mi cepillo de dientes y miro a M. No me parece buena idea explicarle que debido a mi reciente agujero maxilar debo tener especial cariño para con mi boca y durante un par de días extremar la limpieza de mis marfílicos de carnívoro. S. da las gracias al arreglado joven y se despide de M.

       Escupo s.angre en el vater. Me gustaría decir que escupo sangre de una parte bien conocida de mi alma acuchillada, pero lo cierto es que no, que es la herida de mi boca lo que sangra.
       Sin embargo es viernes, y esta noche la gata rubia del barco quizá durante un momento consiga arañar el hermético cuerpo desconfiado de S.

Posted by S. at 14 de Noviembre 2003 a las 12:00 AM
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