30 de Diciembre 2003

Pour glisser sur la glace

       Aparco bastante más pronto de lo que esperaba. Haciendo tiempo para la consulta con el fisioterapeuta y en busca de un cajero, aparezco en el interior de una nave con una gran pista de patinaje sobre hielo. S. advierte que nunca antes había visto una en directo.        Creanme, desde los tiempos de Damian el hielo y los patines dejaron de ser una opción. Camino a lo largo del pasillo observando tras la cristalera la ingente marabunta de críos y no tan críos dar vueltas y vueltas con más o menos fortuna.
       Lo reconozco, S. busca el choque y una pila de personas cayendo los unos sobre los otros hasta formar un montón. Sin embargo parecen discurrir con cierta elegancia sobre sus plantas de metal. Esa es la teoría del equilibrio, similar a cualquier domingo a la una del mediodía en la calle Carretas, donde la vista nunca alcanza a ver el suelo más allá de tres metros pero uno es capaz de atravesar la muchedumbre con cierta soltura.
       Unos metros más allá cruzo mi mirada con la de tres reyes magos solitarios y marginados apostados en sus respectivos tronos de sillas de madera. No sé si decirles algo. Quizá alguna broma, un saludo; pero pronto decido que mi brazo en cabestrillo es digno de la misma compasión que sus pesados atuendos y paso de largo.
       No encuentro el cajero y me detengo a tomar una cerveza. Mientras paladeo una Cruzcampo curiosamente sabrosa medito si debiera probar lo del patinaje, apoyándome en la idea de que hay que hacer de todo en esta vida.
       Puede que algún día, sin embargo, hubiese sin duda preferido hacerlo como se hacía en Quebec a finales del XIX.

Posted by S. at 30 de Diciembre 2003 a las 11:48 AM
Comments

Sí, hay que probarlo todo si está en tu mano por lo menos intentarlo.
FELIZ AÑO!

Posted by: sl on 31 de Diciembre 2003 a las 05:12 PM
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