30 de Septiembre 2004

Cosas que no haría Mus.

     Diminutos coprolitos de mierda yacen tranquilos sobre la bandeja del microondas. Imagino la escena:
En algún rincón del archivo, Mus, (ese es, a partir de ahora, el nombre del simpático roedor) asoma tímido tras una caja de viejas fotocopias sin valor.
     Desde hace un buen rato no ha sentido ningún ruido, ninguna vibración. Sin embargo, detrás de las largas horas a la espera, agazapado en su nuevo escondite, no ha dejado de notar la terrible ansiedad que despierta el olor a chocolate, las galletas saladas, los restos de café y azucar derramados sobre las estanterías...
     Es la hora, Mus balancea con suavidad su pequeña cola y en un tristrás reaparece junto al mueble de la cocina esquivando las juntas de las baldosas con un perfecto movimiento de su cuerpo diminuto.
     Trepa sin dificultad por una de las esquinas de la estantería. Se detiene. No hay ningún ruido, ninguna luz, sólo la imperceptible perturbación que produce su respiración agitada en el aire tibio de la habitación.
     Ahora el mundo es de Mus. Sin embargo, por algún motivo, tiene la sensación de que nunca se es demasiado cauto, y sabe bien que el tiempo corre a lomos del peligro. No hay un segundo que perder.
     Desnuda los bollos de su cubierta de material plástico y comienza a devorar. No sabe exactamente por dónde empezar, ni sabe si es la mejor opción. Decide probarlo todo.
     Se aupa victorioso sobre las magdalenas y cuenta hasta diez antes de dejarse sumergir en el aromático candor de las tortitas saladas. Alzándose sobre sus patas traseras una dentellada ras otra dan cuenta de un extremo delatador de la pila de tortas.
     ¿Pero qué es eso? En un instante iluminador una secuencia de olores exquisitos que se desprenden de la puerta entreabierta del microondas llegan a Mus. Lo rodean y lo atrapan. Mus se acerca, mete su cabeza y la portezuela cede. Pero no hay nada dentro. Su ansiedad animal se torna en angustia y Mus se caga dentro. Después sale y vuelta a empezar... hasta la mañana siguiente.

     Ahora puede que alguien, como el señor Axque, espere un giro inesperado al acabar de leer esta redacción.
     Pero no hay giro. Hoy toca recreación. Lo vean como lo vean Mus no tiene cuarenta y siete años, ni es director comercial, ni lleva pantalones y, si los llevara, tengan la seguridad que no quedarían manchados tras efectuar necesidades fisiológicas; y es más, si por algún motivo de extrema angustia, quedasen restos en dicha prenda de uso común, no volvería con ellos al día siguiente.
     Pero, sobre todo, Mus, como ratón de campo que es y con la agudeza de sentidos que la naturaleza le ha otorgado, se daría perfecta cuenta del repelente olor que desprende la mierda, seca o no, pegada a esos pantalones que Mus nunca mancharía.

Posted by S. at 30 de Septiembre 2004 a las 05:59 PM
Comments

¿Qué pasó con el fotoblog? Ya he visto que se ha debido borrar el que te pasé, pero ¿has conseguido otro? Uf, para una vez que había conseguido hacer mi buena acción diaria...

Posted by: CARMEN on 2 de Octubre 2004 a las 10:43 PM
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