23 de Febrero 2004

S., de vuelta

       Desde alguno de los extremos de esta tierra, como los acantilados de Moher, las gotas de lluvia se arrojan sobre el cristal de esta habitación de aires católicos y aromas de viajero, empañando por completo mi visión.
       Ahí fuera hace demasiado frío y aquí dentro la calefacción aún no ha empezado a funcionar.
       Frente a la casa una carretera, frente a esta un vasto muro de piedra y un extenso campo verde y helado. Un vistazo hacia un arriba que realmente no parece tan lejano. Serán cosas de la latitud.
       S. toma notas en su cuaderno recién comprado en una de esas tiendas que venden de todo, en uno de esos pueblos que en un mapa no dicen nada.
       No se bien como contar estos días sin que los detalles pierdan su sentido y sin que signifiquen demasiado.

       Las escaleras del 199, las chips de Françoise y el colchón sobre el suelo de la cocina.
       Decenas de policías y varios camiones de bomberos frente al hotel de Bono. Los regalos de la calle O´Connell. El gaélico.
       Algunos castillos menudos y una isla con tu nombre. Las carreteras infernales.
       Ochenta y siete horas para olvidarme de los magos de los cuentos.
       Mucho tiempo para tan pocos días. Un notable.

Posted by S. at 11:18 PM | Comments (1)

18 de Febrero 2004

Eire

       No podía ocurrir de otra manera. A 24 horas de la salida S. se da cuenta de que tiene la documentación caducada.
       Finalmente consigue hacerse con un pasaporte de los nuevos aunque eso le cueste permanecer doblado otras 12 horas.
       El caso es que dónde va S. parece algo más lejano que dónde en principio es. Quizá porque haya llegado el momento de tirar la varita mágica por los acantilados de la costa oeste.

Posted by S. at 8:38 AM | Comments (0)

14 de Febrero 2004

Señales

       Cada vez las veo con más frecuencia. En cualquier parte, en cualquier lugar.


                     Cartel002.jpg

Posted by S. at 9:57 PM | Comments (1)

13 de Febrero 2004

Movimiento

       Hay una mesa terriblemente limpia, una vaciedad que huele a abandono. Todo está extrañamente arreglado.

       S. ha hecho un trueque: La ventana enrejada por algún ángulo muerto, las vigas de hormigón que dividen el cielo por un techo prefabricado y la cima de la gran torre blanca por las vistas a campos en barbecho.
       Pese a todo, no me siento nada nostálgico.

       Se acabó la rutina: los buenos días si hay a quien dárselos – enchufar servidor - dejar abrigo – café – puerta cerrada – subir persiana – ordenador – dial - primer cigarro… lo aburrido y lo apacible, la soledad y la intimidad.

       Hace unos días leí en uno de mis blogs preferidos algo acerca de la toma de decisiones.
       S., lo que es tomarlas, las toma. El cómo lo hace aún es un misterio. Creo que S. funciona tal que de esta manera:
       S. espera cambio hasta la avidez y abre atónito los ojos ante la llegada de algo nuevo. Puede que inocente, puede que hipócrita, puede que las dos cosas o puede que ninguna, me sorprendo como si no lo hubiera estado buscando, como si las cosas se moviesen incontroladamente y un día cualquiera se cruzasen en mi camino estático; sin duda para que ello me exima de responsabilidad.
       S. observa como llegado el momento el miedo vale doble, quizá porque parece que ésto tiene mucho que ver con desempolvar los guantes y mirar hacia otro lado. Pero eso a S. no le importa, el miedo desaparece con las justas horas de sueño.

       Ahora sólo quedan unas cuantas carpetas vacías, la radio junto a la ventana, la cámara sin pilas sobre la funda, el cargador del móvil y este último post iluminando la pantalla.
       Un último vistazo.

       Me largo.

Posted by S. at 9:13 AM | Comments (1)

11 de Febrero 2004

Criba

       A falta de ciertas imágenes e ideas claras para un nuevo post y en busca de una necesitada coherencia de estilo, S. decide que ha llegado la hora de hacer criba.

       Criba va.

Posted by S. at 1:11 PM | Comments (1)

5 de Febrero 2004

Entre Pinto y Valdemoro

       He leído tres versiones acerca del significado de la famosa frase: "Entre Pinto y Valdemoro".

       La versión histórica habla de una antigua contienda entre Segovia, Ávila y Madrid para anexionarse ambas tierras. Al parecer la contienda llegó a ser tan intensa que Alfonso VII asistió a la colocación de señales divisorias. Andábamos a finales del siglo XII. Pero la lid entre Segovia y Madrid continuaba, así que a mediados del siguiente, un tal Fernando III el Santo ordena instalar nuevos hitos y decide asignar Pinto a Madrid y Valdemoro a Segovia.

       La versión popular habla de la comida de un rey que, en cierto viaje hacia el sur, debía parar a descansar por esos lares. Así que los alcaldes de Pinto y Valdemoro, enterados de esto trataron de atraer a dicho rey para que se hospedase en su villa. Por complacer a ambos y ante tan desmesurado fervor, el rey ordenó (no lo hizo él, no) que se preparara una mesa justo en mitad de las dos localidades.

       La versión del borracho es mi preferida. Se dice que la gente de ambos pueblos tenía costumbre de ir andando a las fiestas del pueblo vecino.
Copio textualmente: “Ir, lo que se dice ir, iban bastante bien, pero volver era otra cosa”.
       Cierto día uno de estos borrachuzos quería demostrar a sus amigos que no llevaba tanta cogorza, así que comenzó a saltar a ambos lados de un arroyo (el cual no existe hoy en día) diciendo: - Ahora en Pinto… ahora en Valdemoro. Dicho ser, como ustedes habrán adivinado, cayó al arroyo, y sus jóvenes amigos que no tenían reparo en mostrar su nivel etílico en forma de carcajadas, preguntan al chaval: “y ahora, ¿dónde estás?. La respuesta del lesionado fue el título de este post.

       Existe una cuarta versión, por llamarla de algún modo, y que es la que ha propiciado la existencia de este post. Mañana viernes a media tarde, y después de alimentar con blasfemias y suspiros la agonía que supondrá el abismal tráfico de esa carretera, S. llegará a un sitio concreto el cual desconoce todavía. Dirá buenas tardes y esperará un rato a que le hagan pasar. Luego, tras veinte minutos en una silla y más sonrisa de la habitual una voz sonará breve: -…bien, ya le llamaremos.
Saldré de aquel lugar, encenderé un cigarro y pensaré por qué demonios he venido a este lugar entre Pinto y Valdemoro.

Posted by S. at 7:17 PM | Comments (4)

2 de Febrero 2004

Tal vez cipreses

       Lunes. Primera hora de la mañana. No lo pretendía, pero visto lo visto, he de retroceder.

       Hay un enorme puente de piedra en medio del camino custodiado por dos largas hileras de árboles desconocidos que puentean sobre mi cabeza todas las noches al volver a casa.        Continúo conduciendo e imagino el polvo amarillento que debió ser alfombra de este viejo sendero ya asfaltado. A mi derecha un muro desgarrado cobija un parque de duques y duquesas. Puedo escuchar el traquetreo de los carros tirados por caballos y los siento tras de mí encaminándose a la entrada del parque y quizá a su palacio.
       Pero las huellas de aquellas grandes ruedas de madera pronto dejan paso al seco patinar de mis neumáticos sobre el suelo aún mojado por la lluvia.
       Vuelvo al presente por un instante.

       Por suerte, los jardines, las fuentes y los estanques hibernan de estos tiempos, marginados tras ese muro en el siglo XIX.
       Recuerdo falsas chimeneas que fueron respiraderos de un bunquer en el que cierto general escondía su cuartel durante la defensa de Madrid. Decelero la marcha y me pregunto cuántas historias se debieron vivir allí. Desde cuándo. Hasta cuándo.
       Mezclo este lunes al domingo.
       Preguntas para las que no estoy seguro de querer respuesta. Alguna historia que quizá deseo no contar.

       Aún hálitos de sudor y olor a tu piel prenden de mi ropa. Algo cansado y somnoliento por el frío me hundo bajo la sábana y el edredón que hace un rato preparaste mientras yo acababa de vestirme. No entra aire por ningún lado y S. comienza a desaparecer.
       Acurrucado entre la tele y el despertador y justo antes de caer dormido, recuerdo cuántas veces la has hecho por mí y agradezco que otra noche no me permitas pasar frío.

Posted by S. at 1:08 PM | Comments (1)